Primer capítulo

Era una mañana como otra cualquiera, Manuel se había levantado tarde como de costumbre siempre que estaba de vacaciones. Se levantó de la cama medio adormilado, sin ganas, pero tras unas 12 horas durmiendo el baño le llamaba a gritos y no le quedó más remedio que ir a hacerle una visita. Una vez hubo terminado prosiguió con la rutina de cada mañana, fue a la cocina, se preparó un vaso de leche y se lo tomó mientras veía la tele y miraba el twitter en el móvil. Mientras realizaba esto tan tranquilamente, llegó su madre para terminar con su paz.

-¿Ya era hora no señorito? -Le dijo con tono nada amigable al verlo sentado en el sofá- Ve a recoger tu cuarto, ducharte y arréglate que hoy vamos a comer a casa de tu abuela.

A lo que Manuel gruñó mientras intentaba asimilar todo lo que le había dicho su madre. Sin embargo, como se había vuelto a quedar solo hizo caso omiso y siguió con su plácida rutina en el sillón del salón una hora más, hasta que llegó nuevamente su madre y al verlo de aquella manera, solo le bastó decir “Manuel” para que este se levantara y fuera rumbo a su habitación. Allí le esperaba su hermano que le metió prisa para que se arreglara pues al estar en Semana Santa, tenía muchas ganas de ir a ver una procesión en concreto, cosa que a Manuel no le hacía mucha gracia.

Una vez estuvieron todos listos, se subieron al coche y pusieron rumbo a casa de su abuela, era una media hora de coche, por lo que el viaje no era muy pesado y con la radio del coche se hacía más ameno el viaje.

Al llegar a casa de la abuela se encontraron con la comida en la mesa y la familia esperando. La madre de Manuel fue a saludar a su madre y a disculparse por haber llegado tarde porque “Manuel se lió como siempre”. Tras realizar todos los saludos pertinentes se sentaron a la mesa y se prepararon para disfrutar de una magnífica sopa de pescado de primero y un pescadito al horno de segundo.

Cuando todo el mundo terminó de comer y recogieron la mesa, le preguntaron a Manuel si quería ir a ver las procesiones a lo que respondió con una cara entre asco y negación, no porque no fuera creyente, sino porque consideraba que las procesiones mostraban una imagen de Jesús que no era la real, al igual que la que mostraba la gente cuando asistía a ellas. Así que se fueron sus padres con su hermano y él se quedó con sus abuelos.

Manuel siempre había tenido una debilidad especial por su abuelo materno, no en vano le pusieron su nombre por él. Siempre les habían comparado tanto en lo físico como en la forma de ser. Así que aprovechó esa tarde para estar con él.

Esa tarde estuvieron hablando durante bastante rato, sobre lo que salía en la tele, sobre lo que habían hecho durante la semana y sobre cómo había sido capaz de cumplir su mayor sueño aunque fuera a una edad muy tardía.

La tarde pasó rápida con la gran conversación que tenía con su abuelo y pronto llegó la noche. La madre de Manuel lo llamó para que bajara del piso de sus abuelos y fuera al coche para volver a casa, rápidamente se despidió de su abuela y de su abuelo, que le dio las gracias por tan entretenida tarde, sin saber que esa sería la última vez que lo vería.

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